sábado, 12 de mayo de 2012

ESPERANZA PARA MARCHAR

Esperanza

TdE/No entiendo amigos, como es posible que la vida sonría a todas esas personas simples que habitan este planeta. Estas mismas extraen todo su flujo en su breve paso por la vida: disfrutan, ríen, beben, dicen amar, dicen querer. Y digo dicen, porque ¿será eso realmente amor? ¿o es una palabra mal empleada en esas bocas idiotas?
Estas personas suelen estar cortadas por un prototipo, distinto en épocas, pero siempre son personajes tipo, que siguen un patrón. Desde el comerciante usurero próspero en sus negocios, la mujer que se prostituye y vende su alma al dinero, el delincuente que asalta ancianas a tirón de bolso, al chaval joven que abandona sus estudios primarios, falta el respeto a sus mayores y consume cocaína. Estas personas se caracterizan por varios rasgos: la promiscuidad, la poca voluntad, la falta de superación y en general la falta de valores en sus almas, la desfachatez y el poco compromiso social hacía sus semejantes. No comprendo porque la vida se ceba con la gente que, o creemos, o lo somos, tienen capacidad, están preparadas y tienen buen corazón. Constantemente la vida nos hiere con zarpazos de fiera. No llego a comprender nada. Luego que la industria del libro moderna, publicite y haga propaganda de lo bonita y divertida que es la vida. Me pregunto entonces, ¿o yo soy gilipollas? ¿o el resto es idiota? Me quedo un poco con las dos. Yo soy gilipollas y el resto son idiotas. Gente vacías de moral, de compromiso, dada a todo vicio, y como ya bien dijo Moliere: “todo vicio con tal de que esté de moda, pasa por virtud”.
El suicidio vuelve a rondar la mente. Un punto y final a esta escabrosa vida y llena de cosas banales. ¿Le echamos la culpa a una época? No. Fuese la época que fuese, siempre encontraría algo imperfecto, algo que mejorar, pero no un algo superfluo y sin importancia, sino algo pesado, de magnitud. ¿Cual es el problema entonces? Si amigo. El idealismo se ha llevado muchas vidas, ¿quieres ser la siguiente? Ojalá todos nos reunamos en algún rincón para poder discutir y conversar de todo lo vivido y visto. ¿Arreglar el mundo? No, compañero, el mundo se arregla con la vida, con esfuerzo, con sacrificio. Lo fácil sería poner punto y final, pero como no somos gentes fáciles, sino que buscamos la superación y el reto, decidimos seguir viviendo, porque eso es lo realmente difícil. Todos reunidos en ese “Valhalla” crearíamos al ser perfecto, a ese ser que todos ansiamos, ese ser que día tras día quisimos llegar a ser, pero que viviendo rodeados de idiotas, jamás hubiésemos podido conseguir, ni éstos apreciarlo. Y, ¿existe esa perfección? No amigo, no existe, de ahí lo bonito, de ir mejorando, de buscar ese fin inalcanzable, hasta que la muerte un día te alcance y te lleve. Partiendo desde ese ideal romántico que Dios nos dotó me preguntaba ¿y porque a mi, porqué a nosotros? Pues no lo sé, quizá luego tengamos esa recompensa, o quizá nos dé la inmortalidad…pero… ¿que inmortalidad? ¡La inmortalidad en tiempos actuales no la quiero! ¡No por favor! ¡No quiero ser inmortal! No amigo, no me refiero a esa inmortalidad sino a la inmortalidad de tus obras, de tus gestas y hazañas, de esas palabras que salen de la boca pero que nacen en el corazón. La inmortalidad de todo el trabajo que realices ahora, de ese sacrificio y ese sin vivir que te tiene noches desvelado, pensando y buscando remedios para la cura de la Nación, preocupado por tu comunidad, por tu familia y de como plantar cara al sistema de cosas actual. Golpearlo y dejarlo que yazca en el suelo y sirva de pasto para los gusanos.
Hay que continuar la lucha camarada. Como bien decía el Edda: “el ganado muere, muere el familiar, todo hombre es mortal, pero una cosa existe que jamás morirá: la gloria de los grandes muertos.”
Víctor Enríquez González