miércoles, 28 de septiembre de 2011

MUCHOS ENEMIGOS, MUCHO HEROÍSMO


Conocido popularmente como Cabo Noval, Luis Noval Ferrao nace el 15 de noviembre de 1887 en Oviedo  y muere heroicamente en Marruecos, en la defensa del zoco de el-Had de Benisicar, el 28 de septiembre de 1909. El y sus dos hermanos cursan estudios en el colegio de El Fontán.
Luego Luis ingresa en la Escuela de Artes e Industrias de su ciudad natal, donde se forma como ebanista. En febrero de 1909 se alista como soldado en el Regimiento de Infantería del Príncipe nº 3. Pronto es ascendido a cabo y enviado a combatir en la guerra de Marruecos, destacando su participación en la conquista del citado zoco, tan sólo seis días antes de producirse su muerte en combate. Empleado durante el conflicto en labores de fortificación y servicios de seguridad y vigilancia, es en la madrugada del día 28 de septiembre cuando se producen los hechos heroicos protagonizados por el cabo Noval, que el coronel del Regimiento del Príncipe detallaba en carta dirigida al Cronista de la Ciudad, para conocimiento del pueblo ovetense, que fue publicada en su totalidad en El Correo de Asturias de 15 de octubre de 1909: «Se encontraba el cabo Luis Noval, a las 2,30 de la mañana del día mencionado recorriendo la línea de escuchas, y sin duda debido a la oscuridad de la noche, se alejó más de lo conveniente, en el momento en que fue atacado el campamento por nuestros enemigos; un grupo numeroso de los cuales condujo a dicha clase hasta cerca de la alambrada del reducto ocupado por la tercer compañía gritando: ¡Alto el fuego que somos españoles!, a cuyas voces el primer teniente D. Evaristo Álvarez, al distinguir al cabo Noval que llegó hasta las alambradas, mandó hacer alto el fuego, lo que oído por el cabo, gritó seguidamente: ¡Tirar, que vengo entre moros! ¡fuego! ¡viva España! Roto el fuego, se rechazó al enemigo con grandes pérdidas, y hecha la descubierta al amanecer, se encontró el cadáver del heroico Noval, abrazado a su fusil, con la bayoneta calada teñida en sangre, y próximo al mismo un moro muerto, que entre otras heridas de arma de fuego, tenía atravesado el pecho de un bayonetazo. A corta distancia había otro cadáver moro, que el enemigo no pudo retirar en su precipitada huida. Otros hechos distinguidos tuvieron lugar en esta jornada, en el brusco ataque al campamento ocupado por las tres compañías del primer batallón, y no alcanzando la importancia del relatado, merecen solamente los honores de figurar en la historia del Cuerpo, por cuya razón los omito. Al propio tiempo, tengo el gusto de participarle que en el regimiento se ha abierto una suscripción con objeto de perpetuar la memoria de este heroico soldado, y si esa querida provincia estima que debe hacerse algo en favor del mismo, cuenten siempre con el que suscribe y todos los jefes, oficiales e individuos de tropa a sus órdenes».