Para algunos de nosotros, ese campamento sirvió para conocer nuevos camaradas, dar nuestros primeros pasos en el espíritu nacional-sindicalista o afianzar nuestra camaradería entre distintas tendencias.
Tito, todo esto no hubiese sido posible sin ti. Escueta y sobriamente: Gracias Tito por tu vida de sacrificio al servicio del nacional sindicalismo y por mantener, hasta una cacicada, el último campamento falangista.
¡VALE QUIEN SIRVE!