lunes, 4 de octubre de 2010

MALDITA FALTA HACÍA. TOMANDO POSICIONES.

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MALDITA FALTA HACÍA
Últimamente y dentro de lo que algunos, con cierto optimismo por lo que se ve, llamamos área patriota, se está intentando montar una corriente tan innecesaria como peligrosa. Se trata de articular un discurso islamófobo y pro israelí en torno al cual construir una alternativa política neoconservadora.

Entiendo que esta tendencia tal vez pueda a medio plazo funcionar electoralmente. De la misma forma que funcionan electoralmente tendencias separatistas. El problema, al menos desde el punto de vista de un viejo militante del patriotismo español, es que esta tendencia-proyecto está partiendo de personas y grupos del área patriota y que aspira a crecer, en primer lugar, a su costa. Y resulta ya evidente que el precio que puede costar esta nueva aventura es el de una nueva fisura entre nuestra gente. Por si tuviéramos pocas.

Yo, el pasado curso político, recorrí junto con mi Presidente, Fernando Cantalapiedra, media España denunciando, en una conferencia que tenía como excusa el V centenario de la expulsión de los moriscos, los paralelismos evidentes entre la España de principios del siglo XVII y la actual y reivindicando la solución valiente de la expulsión que adoptaron las autoridades españolas en 1610 frente a la cobardía actual. Denunciábamos, Fernando Cantalapiedra y yo, que el siglo largo que transcurrió entre la conquista de Granada y el edicto de expulsión de los moriscos, demostró la imposibilidad de asimilación de un gran núcleo de población musulmana y que, en contra del discurso oficial de lo políticamente correcto, el error de nuestras autoridades no consistió en expulsar a los moriscos, sino en haber tardado tanto en hacerlo.

Pero no se trata ya de lo que diga o deje de decir el Frente Nacional. Ningún partido del sector patriota en España ha defendido nunca la permisividad actual ante la inmigración musulmana. Nadie en nuestro entorno ha apoyado la entrada de inmigrantes magrebíes en nuestra Patria ni ha defendido su derecho a llenarla de mezquitas. Las campañas de los partidos patriotas contra la inmigración musulmana están ahí, cualquiera puede repasarlas.

Sin embargo, el empeño de un sector procedente de nuestras filas en añadir a la lucha contra la inmigración musulmana el componente, innecesario en el mejor de los casos, de un apoyo incondicional a Israel, no puede producir entre las filas patriotas más que una nueva causa de fricción. Y más cuando comprobamos que el apoyo al estado de Israel se traduce en la búsqueda de una complicidad con los círculos judíos españoles.

La pregunta, a mi modo de ver, es obvia; si esta estrategia no aporta nada positivo a la unidad y a la posible colaboración de las fuerzas políticas de nuestro entorno, ¿qué buscan quiénes la promueven?

Se busca una alternativa política completamente alejada de cualquier tradición cultural y política del patriotismo español, desde el conservador católico al de corte falangista y revolucionario. Se trata de crear un partido islamófobo (no anti inmigración), ultraliberal en lo económico, democrático en lo político y pro israelí y pro americano en política exterior. Al más puro estilo del movimiento neocon americano.

La franquicia mediática neocon en España, el grupo de comunicación de Jiménez Losantos aliado recientemente con el Grupo Intereconomía, tiene la misión de que el Partido Popular regrese al aznarismo, la edad dorada de los neocons en España. De ahí su campaña de acoso y derribo contra Rajoy, que va por libre y su adulación fanática hacia Esperanza Aguirre.

La cuestión estriba en que si Rajoy fracasase (lo tiene difícil), algunos esperan que la franquicia neocon española reciba instrucciones de apoyar a una nueva formación emergente. Pero esta nueva fuerza política sólo podría obtener apoyos si presenta un acreditado currículum de respeto a la democracia, de rechazo al islamismo pero no a la inmigración y de apoyo a Israel, como prueba definitiva de renuncia a cualquier veleidad o tentación “fascistizante”. Y algunos se están posicionando por si llega este momento.

Yo insisto en que esta estrategia además de ser ajena por completo a nuestros principios, sólo sirve para enfrentar aún más a los escasos militantes del patriotismo español, a envenenar aún más las relaciones entre sus organizaciones y a impedir que puedan fructificar acuerdos mínimos más amplios.

Y, al final, como de costumbre, sólo saldrán ganando los de siempre: los enemigos de España y de la identidad de los pueblos.

Jorge Álvarez

Secretario de Acción Política del Frente Nacional.

http://www.tribunadeeuropa.com/?p=3847